El señor con barba nos dijo que teníamos que tener una maleta mágica...
Nos dijo que nos buscáramos un cómplice. Alguien que durante estos últimos cinco meses nos arropara y nos protegiera de todo lo malo: de los rumores, de los pesimistas, de la desesperanza... yo tengo tres.
Nos dijo que si era necesario que no nos pusiéramos las noticias, que era preferible que viéramos los Tweenies a un debate sobre la crisis económica mundial: ahora sólo ojeo las noticias en Internet mientras escucho música (rock and roll a poder ser). Prácticamente nada de tele.
Nos dijo que no había días de fiestas, ni domingos, que teníamos que estudiar TODOS los días: así que se acabaron los excesos, los fines de semana prontito a casa.
Nos recomendó que paseáramos, que hiciéramos deporte porque cuando haces ejercicio segregas endorfinas y te pones de buen humor: me apunté al gimnasio.
Que comiéramos bien y de todo (sobre todo, frutas de todos los colores): yo soy la que cocino en mi casa, así que elijo menú.
Nos grabó unas sesiones de relajación: las escucho antes de dormir.
Nos advirtió de que debíamos leer en voz alta y practicar la programación hasta la saciedad: me la cuento una vez al día a mí y a todo aquel que se deje. Próxima cita: mi chico y su santa paciencia.
...No puedo pensar en otra cosa, no puedo más que hablar de ello. Como si se tratara de mi credo. Me paso las horas meditando lo que sí y lo que no, viendo vídeos, leyendo artículos, cazando momentos en mis clases que puedan valer para mí y sobre todo para ellos. Lo adoro, creo que la educación tiene mucho que ver con crear tú propia filosofía... y eso no es nada fácil, porque esto nunca ha sido una ciencia exacta. Pero es que yo no quise ser ingeniero.
Cada vez tengo más claro que los maestros somos algo así como un showman o una showgirl. Ya lo iba percibiendo en mí misma hacía un tiempo con mis propios chavales... pero hoy lo he visto en primera línea: doce niños de 5 años con los ojos abiertos como platos. Son sólo 30 minutos y ellos hacen magia, cantan, bailan, juegan, se ponen en forma... Hoy se han montado en el coche de Fernando Alonso, un coche sin volante, sin ruedas, sin cinturón de seguridad. Pero daba igual, su imaginación estaba corriendo en Montmeló. Han hablado en inglés con Funny Bunny (la mascota de la clase), han recitado poemas, han aprendido a relajarse. Y el señor con barba que siempre lleva la maleta de las sorpresas se llevó un abrazo de cada uno."¡Y encima me pagan por esto!" dijo.
Cuando me preguntan por ahí si les hablamos en inglés y les contésto que sí, me dicen "¿pero, os entienden?" Y pienso: "mejor de lo que me podrías entender tú".
De todas formas la culpa de que yo esté así no es sólo mía, también es de mi familia, de aquella profesora que tuve en la carrera (que Dios! pagaría porque me volviera a dar clase) de el señor con barba que lleva la maleta mágica...
Es él, ahora. Es el que confía más en nosotros que nosotros mismos, es el que nos hace de espejo, el que nos dice la verdad sea bonita o fea. Ese señor nos habla de que en esta vida hay que hacer las cosas por uno mismo, nos habla de la ilusión, del esfuerzo, de la constancia, nos dice que cuando puedes poner todas las variables a tu favor, entonces, nada puede salir mal.
Y tiene razón y siento no tener otra cosa en la cabeza. Siento sólo poder escribiros de esto, chic@s. Porque esto soy yo ahora. Tengo que reconocer que no siempre me parece así de diáfano todo lo que digo, pero aprovechando que es el día de hoy, nos miro y pienso: es imposible que nada vaya a salir mal.
De todas formas y por si acaso, yo ya tengo mi maleta mágica.