martes, 27 de abril de 2010

Corazones rotos

Los ojos no mienten, como decían en aquella película.

Cuando te haces mayor puedes permitirte esa mirada, puedes permitirte hacerte un poco más fría, aprender a decir no, entender que la vida trata, también, de las cosas feas, tristes, violentas, grises... pero sólo cuando te haces mayor. Yo, afortunadamente, todavía no lo soy y tú, sin embargo, ya has aprendido todo eso en un tiempo record.

Los corazones de los niños deberían estar asegurados, porque esa mirada dice que no hay nadie que te abrace, nadie a quien enseñarle las buenísimas notas que sacas, nadie que te ayude con el final del cuento de science, nadie que te arranque ni media sonrisa...

Me dijeron que conociste a tu padre, que te pasabas las tardes en la calle viendo cómo él se emborrachaba. Me dijeron que tu madre desapareció y que acabaste en una casa de acogida. Y ahora, fíjate... ahora sabes que por fin vas a tener una mamá para siempre... Pero no se te ha cambiado ni un segundo esa mirada. Ahora que sabes que te vas del cole, que cambias de ciudad, que comienzas otra historia, permaneces impasible.

Sí, es verdad que estas muy bien entrenada para ser adulta... pero eres niña. Y no te lo creerás pero dentro de muy muy poco vas a empezar a descubrir lo que te falta... la parte bonita. Y te aseguro que esa parte es una pasada.

viernes, 9 de abril de 2010



De vuelta de un paraíso echo sólo un vistazo. Escucho las historias, trato de incorporarme a los días normales y de pronto no me pesa tanto. Me parecía que la vida se repetía, que todo cambiaba hacia lo estático, que esta ciudad sólo alguna vez había sido para mí. Y de pronto lo veo claro, predeciría lo que va a pasar y creo que no me equivocaría. Casi lo aseguro.
Hacer un viaje siempre me dio otra baza, otra perspectiva, como si me elevara y lo viera todo desde fuera... A mí la distancia nunca me dio frío, ni miedo, sólo oxígeno. Como si allí pudiera ser quien quisiera, imaginarme contigo, cómo sería la vida así, allí o aquí, pero contigo.
Y voy a mirar al futuro a los ojos porque nada es para tanto. Para tanto eres tú y poco más.

viernes, 2 de abril de 2010




Allí es simplemente distinto. No espero que nadie lo entienda, quien es de allí, lo sabe. Da igual que creas o no, que tengas una ideas u otras, no importa, si estás allí entenderás que la Semana Santa se VIVE con mayúsculas.

Zamora es una ciudad pequeña, apartada en el mapa, sin mucho más de qué presumir a parte de su arte románico y lo que son estos días. Cada vez que vuelvo, sobre todo por estas fechas, vuelvo a ser la niña que vivía allí. Se me siguen poniendo los pelos de punta al escuchar el Miserere o la Marcha de Thalberg. Me emociona ver las calles tenues alumbradas sólo con velas y el paso del Cristo Yacente o el manto sobrio que arropa el imagen triste de la Virgen de la Soledad. Volvería mil veces a la casa de mis abuelos a comer arroz a la zamorana, potaje, torrijas, aceitadas... "las almendras garrapiñadas y las pipas son para después" diría mi abuela.

Son esas calles, cada rincón que encierra un recuerdo, las caras que me suenan pero no reconozco, los ojos que buscan al niño de ojos verdes. Es casi poético, romántico, el escenario de tiempos muy felices y que hoy echo tanto de menos.

Y no espero que nadie lo entienda... En un mundo en el que se premia lo grandilocuente yo me quedo con lo sencillo.