El otro día, en una entrevista que le estaba haciendo Buenafuente a Eduard Punset, éste decía que el ser humano tiene una capacidad infinita para ser infeliz. Puede que las grandes catástrofes se las lleven otros, como los japoneses que no dejan de asombrarme a la hora de afrontar este tipo de situaciones. Sin embargo, en este país seguimos amargándonos la existencia hablando del nuevo límite de velocidad impuesto por el Gobierno, de la subida de la gasolina o de que en los bares no se puede fumar (ya van tres meses, señores). No estoy diciendo que no debiéramos alzar la voz si algo no nos gusta, no estoy haciendo apología del conformismo, pero en España somos muy dados a que la fuerza se nos vaya por la boca. Mucho ruido pero ni una nuez. Creo que salvo en contadas ocasiones, esto siempre fue así.
La semana pasada me mandaron una cadena (me suena hasta antigua ya esta palabra) que incluía un texto de Arturo Pérez Reverte. Nunca me ha gustado demasiado este autor pero el caso es que me gustó mucho la forma en la que planteaba el discurso. Decía algo así como que desde las altas esferas se estaban aprovechado de todos nosotros. Daba una serie de argumentos y ejemplos de que las cosas no estaban yendo nada bien, que nadie se movilizaba... y terminaba cada párrafo diciendo: ¿Sois idiotas?
Independientemente de estar de acuerdo o no con el listado de atrocidades que él exponía, creo que la respuesta a esta pregunta está diáfana en todas nuestras mentes. De todas formas, no os preocupéis, yo contestaré simplemente mencionando que Torrente 4 (sí, la cuarta) es la película más taquillera del cine español. Es decir, necesitamos que para que la gente vaya a ver nuestro cine tenga que salir un tío gordo haciendo chistes de pedos con los frikis más famosos de la televisión. Saquen sus conclusiones...
Aún así, yo le diría al señor Reverte que yo no soy idiota, que me doy cuenta de lo que dice, que lucho por lo que creo a pequeñísima escala, que la crisis no es tanto económica sino de valores, que hay problemas que no me amargan la vida y que, por supuesto, que sé quienes son Chomsky y Saramago. ¿Pero sabes cómo te llaman en este país si no sabes quién es Belén Esteban?... Idiota.