viernes, 29 de enero de 2010

29 de enero de 2010

"Hasta ahora nadie sabía que el 4 de enero de 2010 escribí un correo electrónico a mi amigo Daniel. En él decía que tenía un fuerte presentimientoo, muy negativo y muy negro; como si tuviera cerca la muerte. Y aunque tuviera esta antesala, una no puede creerlo del todo, una nunca esta preparada.

Mi abuelo no era un hombre formidable, de hazañas increíbles. Era un hombre más con sus manías y sus rarezas. Pero nos transmitió a todos un gran sentido del humor. Le gustaba reírse, hacer bromas de todo y de todos, incluso de él mismo. Y yo sé que ese ambiente que se genera cuando estamos toda la familia junta, esos chistes y risas, vienen de ahí. De esa herencia que él nos dejó sin que, ni siquiera, fuera consciente de ello.

Tuve el privilegio de compartir con mi abuelo la afición por los trabajos manuales. El tenía algo que a mí me falta: la paciencia para darle tiempo a las cosas. Nunca he sabido si era algo generacional o propio. De lo que sí estoy segura es que siempre pienso en él cuano se aceleran las cosas. Cuando corto madera o pinto una pieza. Esos momentos en el garaje de Montamarta, a pesar de las discusiones, me dieron el privilegio de conocer más a la persona que fue mi abuelo, sus historias, sus emocioness y sus miedos. Una persona distinta de aquel señor grande que venía ala patio del colegio a buscarme y que me llevaba por las calles de su mano gigantesca.

Nadie puede negar que mi abuelo nos dedicó, especialmente a sus nietos, su tiempo y su paciencia jugando a las cartas, contándonos historias o llevándonos de paseo. Son recuerdos de cosas simples, que llenan la vida de forma ligera y profunda al mismo tiempo.

Así que, abuelo, siento no poder estar ahí en estos momentos, pero gracías por todo lo que me dejas y nos dejas. Me consuela saber que, estés donde estés sabías que, a pesar de tus quejas por los pantalones o la comida, todos te queríamos, te queríamos mucho y que tu memoria se queda con nosotros estemos donde estemos."

Beatriz Seisdedos de Vega

miércoles, 13 de enero de 2010

ARTE

Amo el arte.

Me apasiona en casi todas sus vertientes: música, cine, teatro, lectura, pintura, fotografía... Evidentemente, no entiendo de todas ellas, es más, creo que entiendo más bien poco. Pero el arte me atrapa, me llega... y creo que con eso es suficiente. Y sí, amo a las personas que aman el arte y a las personas creativas... y a aquellos que viven con arte y que no necesariamente practican ninguna de las disciplinas que he mencionado.

Podría decir que yo soy tímidamente creativa, también, sabes? quizás en el fondo todos lo somos... Y no sólo por gusto, eh? también por necesidad. Pero quizás esa es otra historia...

A lo que iba: soy una de esas personas que se descarga mucha, muchísima música de la red y que se baja películas de forma ilegal, incluso, que se ha leído libros en formato "word"... He llegado a imprimir pequeñas reproducciones de obras de arte que me gustaban para poner en mi cuarto (en este apartado se incluyen también fotografías artísticas). Qué le vamos a hacer..."nadie es perfecto", pueden arrestarme cuando quieran.

Y hoy sé que procedería hablar de este asunto... pero quién tiene ganas de entrar en el debate de lo que es y no es justo sobre las descargas gratuitas e ilimitadas , o de plantear si está o no bien que se valore igual la propiedad intelectual de los creadores como cualquier otra propiedad... quién quiere discutir, si es justo que se legisle sobre la libertad a la hora de navegar en este inmenso océano llamado Internet...

Sólo diré tres cosas:

1. Me sigo comprando discos
2. Sigo yendo al cine, al teatro y a los museos
3. ¿Habéis oído hablar de los Numerati? Investigad, es muy interesante ;)




martes, 5 de enero de 2010

No da igual

No da igual que porque seamos mayores ya no creamos en nada. No da igual que nos dejemos, que no hagamos cosas especiales. No dan igual los pequeños detalles, que estemos o no juntos, que pensemos que es más de lo mismo. No es sustituible un regalo de 200 euros por un día dedicado a tu familia, ni es lo mismo cualquier otro momento del año que este, no. No importa si somos menos los que creemos que lo valioso es casi imperceptible por los ojos, que no se compra ni se vende, que no se puede tocar. Seremos pocos, pero lo tenemos claro.

¡Qué manía con comprar la felicidad! millones de cenas, trillones de regalos (caros, porque los que no son tan caros no gustan tanto), carros y carros de comida que sobra, salidas noche sí y noche también para beber hasta morir.

¿Qué precio tiene saber que éste puede ser el último año que pasas la Navidad con tu abuelo? ¿qué me dices de ese momento de reencuentro con toda la familia? ¿y de los chistes malos que cuenta tu padre toooodos los años? ¿Cuánto cuesta ese rato de juegos? ¿y el riquísimo guiso de la abuela? ¿Y ese momento de risas con tus amigos? ¿y el calor que se siente al saber que alguien te quiere más que a nada?
No hay ningún Mediamark, ni Blanco, ni Viceroy que consiga eso.

Llámame anticuada, si quieres, mírame raro si te digo que esta noche no salgo porque estoy con mi familia, dime que ya no soy una niña, que tendría que superar esta fase y no encender velas esta noche en casa, ni salir a ver esa cabalgata birriosa...

A mí me encantan las cenas, los regalos ni te cuento (caros y baratos), salir por ahí.. pero no entiendo que estemos perdiendo el norte.

Lo siento, pero no da igual.