Los ojos no mienten, como decían en aquella película.
Cuando te haces mayor puedes permitirte esa mirada, puedes permitirte hacerte un poco más fría, aprender a decir no, entender que la vida trata, también, de las cosas feas, tristes, violentas, grises... pero sólo cuando te haces mayor. Yo, afortunadamente, todavía no lo soy y tú, sin embargo, ya has aprendido todo eso en un tiempo record.
Los corazones de los niños deberían estar asegurados, porque esa mirada dice que no hay nadie que te abrace, nadie a quien enseñarle las buenísimas notas que sacas, nadie que te ayude con el final del cuento de science, nadie que te arranque ni media sonrisa...
Me dijeron que conociste a tu padre, que te pasabas las tardes en la calle viendo cómo él se emborrachaba. Me dijeron que tu madre desapareció y que acabaste en una casa de acogida. Y ahora, fíjate... ahora sabes que por fin vas a tener una mamá para siempre... Pero no se te ha cambiado ni un segundo esa mirada. Ahora que sabes que te vas del cole, que cambias de ciudad, que comienzas otra historia, permaneces impasible.
Sí, es verdad que estas muy bien entrenada para ser adulta... pero eres niña. Y no te lo creerás pero dentro de muy muy poco vas a empezar a descubrir lo que te falta... la parte bonita. Y te aseguro que esa parte es una pasada.