Hoy, 3 de junio de 2010, ha tenido lugar nuestra graduación. Nadie sabía que esto iba a ser as í , debimos haberlo imaginado... el caso es que después de un examen, Inma, nos pidió que le concediéramos un momento. Ya nos lo temíamos, hacía unos días nos habíamos puesto nuestras mejores galas, nuestra mejor sonrisa y estábamos esperando en ese auditorio abarrotado de gente a que llegara ella: nuestra madrina. Pero no llegó.
Hoy éramos los treinta y pico de siempre, en el aula de los tres últimos años. Esta vez, íbamos en vaqueros, teníamos caras de cansados y la ilusión brillaba por su ausencia. Esperábamos entre bromas e impaciencia a que llegara a la una y cuarto, según lo acordado. Ya suponíamos que se iba a disculpar con nosotros por lo ocurrido, pero también sabíamos que su ausencia aquel día no había sido, ni mucho menos, responsabilidad suya.
Y entonces llegó. Justo a la hora, puntual como siempre. Entró en clase sonriente y decidida. Esperó unos segundos a que cogiéramos asiento y le prestáramos atención. De pronto, se puso muy seria y dijo de forma pausada:
"Tenía que venir a veros para deciros que sé que habíais querido que yo fuera la madrina en vuestra graduación... Una profesora intuye cuando hay un feeling especial con una clase y... yo lo había notado con vosotros. Tanto es así que habéis de saber que tenía escrito el discurso para el acto de graduación desde el día que hicimos el examen de mi asignatura el año pasado... Estaba guardado y preparado para ese momento.
Los responsables de que esto haya sucedido bien saben quiénes son. Yo me enteré de que tenía que ir a vuestra graduación el día antes y mayo... ya sabéis, mayo está lleno de comuniones, bodas e implicaciones personales. (silencio) Los responsables de que pasara esto bien saben quiénes son y allá cada uno con su conciencia y su profesionalidad. (silencio otra vez y mirándonos fijamente)
Lo que yo quiero que sepáis es que mi mente ese día estaba en otro lugar. Mi mente ese día estaba con vosotros...
Hay gente muy especial en esta clase y si algo hemos aprendido juntos es que para la educación no vale con ser bueno, hay que tener dos cosas. Una, ser muy positivo y dos, tener pasión. Y ninguna de las dos cosas se aprende en esta facultad.
A vosotros no os va a dar las gracias nadie por nada, no os van a aplaudir ni os van a sacar en las revistas. Pero por vuestras manos va a pasar tanta, tanta gente que tenéis que ser muy conscientes de lo importante que es vuestra labor.
Bien sabéis que lo nuestro no fue un flechazo... Nuestra relación ha ido tomando forma entre prácticas de comunicación e impresiones teóricas. Nosotros hemos creado esto día a día. Ahora os deseo lo mejor, de todo corazón...
Pero una cosa sí que quiero que os quede clara... la madrina de este curso es: Inmaculada Calleja."
Y emergió el aplauso unánime que nace de la emoción, de la admiración y de la gratitud. Y eché un vistazo a mi alrededor y no era yo la única que tenía la mirada empañada. Ahora sí que se ha acabado el curso, ahora sí nos habíamos graduado.
... Es muy difícil dejar plasmada aquí la intensidad de las palabras de Inma, es muy difícil porque la esencia no es únicamente lo que dice (y que a parte yo recuerdo) sino cómo lo dice. Hay que conocerla para saber que es ella, que la esencia es esa forma de moverse, de gesticular, de mirarnos, de utilizar los silencios... La esencia es justo lo que no quiero que se me olvide y por eso había decidido... había necesitado escribirlo en este lugar.
Dicen que todo el mundo tiene algún profesor a lo largo de su vida que le marca y le remueve por dentro. Han tenido que pasar 24 años para que a mí me pasara...
Y tiene razón, la ha tenido siempre y hoy también: la clave es la pasión.