martes, 22 de junio de 2010

¿Por dónde iba...? Ah, sí! Y entonces, por fin, el fin. Sólo hace unos días estaba planteándome entrar a contaros algo, pero entre que notaba que las palabras iban a salir a tropezones y que no llegaba el verano, he esperado hasta hoy.

Y es que hoy... amig@s, cómo contaros lo de hoy. Hoy ha sido la inauguración de algo grande. Últimamente la vida me sorprende para bien, por una vez, la trama da un giro repentino y se pone de mi parte. Esta vez... ay, esta vez aunque sólo sea por un ratito se alinean los planetas, se oye el sonido del silencio absoluto y decides que no hay nada de lo que preocuparse, no hoy.

Y para celebrarlo, lo que más me gusta, las cosas sencillas: una vuelta en un corcel blanco, una cena bien acompañada, un bombón de plátano y un paseo a la luz de las farolas. Y mañana será otro día.

- ¿Pero tonta y entonces por qué lloras?- me preguntaba mi madre.

- De alegría- dije yo.

jueves, 3 de junio de 2010

GRADUACIÓN

Hoy, 3 de junio de 2010, ha tenido lugar nuestra graduación. Nadie sabía que esto iba a ser as í , debimos haberlo imaginado... el caso es que después de un examen, Inma, nos pidió que le concediéramos un momento. Ya nos lo temíamos, hacía unos días nos habíamos puesto nuestras mejores galas, nuestra mejor sonrisa y estábamos esperando en ese auditorio abarrotado de gente a que llegara ella: nuestra madrina. Pero no llegó.

Hoy éramos los treinta y pico de siempre, en el aula de los tres últimos años. Esta vez, íbamos en vaqueros, teníamos caras de cansados y la ilusión brillaba por su ausencia. Esperábamos entre bromas e impaciencia a que llegara a la una y cuarto, según lo acordado. Ya suponíamos que se iba a disculpar con nosotros por lo ocurrido, pero también sabíamos que su ausencia aquel día no había sido, ni mucho menos, responsabilidad suya.

Y entonces llegó. Justo a la hora, puntual como siempre. Entró en clase sonriente y decidida. Esperó unos segundos a que cogiéramos asiento y le prestáramos atención. De pronto, se puso muy seria y dijo de forma pausada:

"Tenía que venir a veros para deciros que sé que habíais querido que yo fuera la madrina en vuestra graduación... Una profesora intuye cuando hay un feeling especial con una clase y... yo lo había notado con vosotros. Tanto es así que habéis de saber que tenía escrito el discurso para el acto de graduación desde el día que hicimos el examen de mi asignatura el año pasado... Estaba guardado y preparado para ese momento.

Los responsables de que esto haya sucedido bien saben quiénes son. Yo me enteré de que tenía que ir a vuestra graduación el día antes y mayo... ya sabéis, mayo está lleno de comuniones, bodas e implicaciones personales. (silencio) Los responsables de que pasara esto bien saben quiénes son y allá cada uno con su conciencia y su profesionalidad. (silencio otra vez y mirándonos fijamente)

Lo que yo quiero que sepáis es que mi mente ese día estaba en otro lugar. Mi mente ese día estaba con vosotros...

Hay gente muy especial en esta clase y si algo hemos aprendido juntos es que para la educación no vale con ser bueno, hay que tener dos cosas. Una, ser muy positivo y dos, tener pasión. Y ninguna de las dos cosas se aprende en esta facultad.

A vosotros no os va a dar las gracias nadie por nada, no os van a aplaudir ni os van a sacar en las revistas. Pero por vuestras manos va a pasar tanta, tanta gente que tenéis que ser muy conscientes de lo importante que es vuestra labor.

Bien sabéis que lo nuestro no fue un flechazo... Nuestra relación ha ido tomando forma entre prácticas de comunicación e impresiones teóricas. Nosotros hemos creado esto día a día. Ahora os deseo lo mejor, de todo corazón...

Pero una cosa sí que quiero que os quede clara... la madrina de este curso es: Inmaculada Calleja."

Y emergió el aplauso unánime que nace de la emoción, de la admiración y de la gratitud. Y eché un vistazo a mi alrededor y no era yo la única que tenía la mirada empañada. Ahora sí que se ha acabado el curso, ahora sí nos habíamos graduado.

... Es muy difícil dejar plasmada aquí la intensidad de las palabras de Inma, es muy difícil porque la esencia no es únicamente lo que dice (y que a parte yo recuerdo) sino cómo lo dice. Hay que conocerla para saber que es ella, que la esencia es esa forma de moverse, de gesticular, de mirarnos, de utilizar los silencios... La esencia es justo lo que no quiero que se me olvide y por eso había decidido... había necesitado escribirlo en este lugar.

Dicen que todo el mundo tiene algún profesor a lo largo de su vida que le marca y le remueve por dentro. Han tenido que pasar 24 años para que a mí me pasara...

Y tiene razón, la ha tenido siempre y hoy también: la clave es la pasión.

miércoles, 2 de junio de 2010

SABOR AGRIDULCE


Es esa sensación tan familiar de que algo termina. Lo noto mientras hago la memoria, entre apuntes en otros idiomas, lo siento un rato sí y otro también. Es la inexorable duda, el fatídico miedo que se apodera de ti justo cuando tomas coraje. Es el sabor agridulce de cerrar una fase, de llegar a una meta. Menos mal que vienes a verme cuando estoy sola... y que buscas conmigo alguna certeza que tiene que ver con mañana. Menos mal que tengo la última hora del día para ver extinguir la luz y sentirme más lúcida que nunca. Menos mal que están los de siempre para contarles lo mismo. Hoy me siento distinta.

Después quedará tiempo para la calma, espero. Todo el mundo está deseando que llegue el verano para hacer todo lo que no ha hecho durante el resto del año: vivir. Y la verdad, yo les diría que, por lo menos en mi caso, disfruto más de los placeres de la vida en estos momentos. Qué incongruencia...


Nos sentimos únicos cuando peleamos con nuestros propios fantasmas, cuando nos quitamos el disfraz que llevamos puesto y decimos: "Esta persona que ves soy yo". Cuando elegimos quedarnos con aquellos que no nos venden sus disfraces, al menos, no siempre.

Somos únicos y yo me siento hoy distinta. Ojalá pudiera irme lejos, volver y que todo siga en su sitio tal y como lo dejé. De momento, voy a tratar de acostumbrarme a este sabor.